En nuestro país. Muchas veces rendimos justo homenaje a exponentes de diversas actividades destacadas como el deporte, las artes, la política, pero nuestra sociedad es muchas veces omisa en reconocer otras actividades trascendentes para nuestra identidad y el desarrollo. Sería justo que algún día, alguien escribiera una historia industrial del Uruguay y nos aporte luz sobre los grandes empresarios que, desde su rol de generadores de empleo, tecnología, cultura de trabajo, formaron a miles y miles de Orientales y son parte de nuestra mejor historia.
En la tarde del miércoles 30, rodeado por su familia, amigos y antiguos colaboradores, se le dio el último adiós a Walter Branáa. Destacado empresario, que formó a miles de personas y enseñó con su ejemplo y sacrificio, que en Uruguay se puede.
Fundada por Don Walter, la Curtiembre Branáa se desarrolló primero como fabricante para la industria del calzado y el mueble. Ya consolidada en estos mercados, en la década del 90, con el impulso de Walter y su hijo Marcel Branáa, la empresa se embarcó en el colosal desafío de ingresar a la industria del cuero automotriz, logrando el acceso a este mercado, el más exigente en todo el mundo. Branáa fue el primer proveedor no alemán de BMW y posteriormente fue el primer fabricante en diseñar un artículo de cuero para esta empresa fuera de Alemania. Algo equivalente en términos industriales a la gesta de los 33 Orientales, de los olímpicos del 24, 28 y el 30 o del Maracaná.
Curtiembre Branáa, abrió plantas industriales en Argentina, México, Alemania, Sudáfrica. Dando trabajo, solo en Uruguay a más de 1000 personas. Siendo proveedor de las mejores y más grandes automotrices del mundo.
Siempre fiel a su espíritu innovador y su mente independiente, desarrolló tecnología, máquinas, fórmulas, artículos, junto a sus equipos de profesionales y técnicos, dando siempre cabida a la tecnología y el trabajo nacional.
Para los que tuvimos el placer y el orgullo de trabajar con él, tendremos siempre presente en nuestras mentes y nuestros corazones su ejemplo y su recuerdo. Gracias Don Walter.
Por Ing. Diego Lois